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La protección social y la seguridad de ingresos en tiempos del COVID-19

Todos los trabajadores, independiente de su situación laboral, necesitan seguridad de ingresos en períodos de crisis, destaca Guillermo Montt, Especialista en Protección Social de OIT Cono Sur, en esta nueva entrega de la serie de reflexiones en torno al impacto de esta pandemia en el mundo del trabajo.

Opinión | 2 de abril de 2020
Por Guillermo Montt, Especialista en Protección Social, OIT Cono Sur

El Covid-19 ha obligado al cierre de escuelas, universidades, aerolíneas, restaurantes, centros de atención, cines y fábricas, entre otras actividades. Ha reducido o anulado la principal fuente de ingresos de hogares en todo el mundo, tanto de trabajadores asalariados y con contrato como informales, independientes, trabajadores con ingresos por comisión, emprendedores y micro empresarios.

Todos los trabajadores, independiente de su situación laboral, necesitan garantizar sus ingresos en períodos de crisis y a lo largo del ciclo de vida. La amplitud de los efectos de esta crisis en los ingresos de los hogares obliga a adaptar, fortalecer y complementar instrumentos de protección social como los seguros de desempleo o cesantía y las transferencias no contributivas.

Los seguros de desempleo o cesantía cubren la pérdida de ingresos por desocupación, por lo general a asalariados formales. Muchos trabajadores han recurrido a estos seguros por cese de actividad de la empresa o despido. En el marco de esta crisis, estos seguros han sido adaptados para cubrir la baja en ingresos por reducción de actividad, como es el caso de Chile y Uruguay.

Estos seguros suelen tener cobertura limitada. El seguro de desempleo o cesantía, por ejemplo, no existe en algunos países como es el caso de Paraguay o excluye a independientes, trabajadores de plataformas, informales y domésticas. El monotributo en países como Argentina y Uruguay, ha servido para extender la cobertura a independientes. Anticipando el efecto económico de la crisis y para apoyar aún más a este grupo de trabajadores, Argentina ofrecerá una transferencia e cerca de 150 USD a los monotributistas de más bajos ingresos (Ingreso Familiar de Emergencia).

También, algunas iniciativas de política buscan ofrecer seguridad de ingresos a través de otros mecanismos. Todos los países del Cono Sur están apoyando a las empresas a través de subsidios, créditos blandos, postergación de pago de cotizaciones, impuestos y cuotas de créditos para reducir sus costos y priorizar el pago oportuno de sus salarios.

Aun así, cerca de la mitad de los trabajadores de la región son informales y aunque sus ingresos se verán afectados por la crisis, no tienen acceso a seguros sociales o a empresas que puedan beneficiarse del apoyo económico. Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay están extendiendo el monto de las ayudas sociales (prestaciones no contributivas) apoyando a independientes y hogares vulnerables con niños, niñas y adolescentes. Uruguay entregará un monto mayor en su Tarjeta Uruguay Social, y Argentina y Chile entregarán una transferencia o bono a los hogares con niños, niñas y adolescentes que reciben la Asignación Universal por Hijo y el Subsidio Único Familiar.

Los informales también serán beneficiarios del Ingreso Familiar de Emergencia en el caso de Argentina. Paraguay, por su lado, ofrecerá ayuda alimentaria, un subsidio monetario temporal, créditos en condiciones financieras extraordinarias y el diferimiento del pago de servicios básicos e impuestos.

A pesar de estos necesarios y oportunos esfuerzos, sigue habiendo grupos de trabajadores y hogares que verán afectados sus ingresos y no cuentan con mecanismos para garantizar su seguridad de ingresos. Particularmente vulnerables están, por ejemplo, las trabajadoras de casa particular, los trabajadores independientes y otros trabajadores que no han cumplido el tiempo mínimo de cotizaciones para hacer uso de sus seguros sociales. Incluye también a trabajadores con contrato a plazo fijo cuyo contrato llega a su fin sin renovación. Incluye a hogares que tienen a personas mayores en situación de dependencia y no tienen acceso a la asignación familiar, así como a otros grupos que, dependiendo del caso, están excluidos de estos esquemas de protección social.

El desafío por apoyar a todos los trabajadores es enorme. Esta crisis hará visibles los límites de cada sistema de protección, aunque, al mostrar sus alcances, se convierte en una oportunidad para fortalecerlos, ampliar su financiamiento y avanzar en forma más permanente para su universalidad y suficiencia.