Capítulo 8 - Salarios mínimos para los trabajadores domésticos

8.2 ¿Por qué los salarios del personal doméstico suelen ser tan bajos?

Los trabajadores domésticos proporcionan servicios esenciales a los hogares de todo el mundo. Es gracias a la labor de los trabajadores domésticos que los hombres y mujeres de las familias para las que trabajan son capaces de ir a trabajar, ganarse la vida para su propia familia, y asegurar recursos futuros sostenibles y fructíferos para ellos y sus hijos. Sin embargo, los salarios pagados a los trabajadores domésticos son a menudo muy bajos. De hecho, los datos disponibles muestran que el personal doméstico recibe salarios considerablemente más bajos en comparación con otros trabajadores1. Se ha estimado que, en general, su remuneración es inferior a la mitad del salario medio, y a veces no llega a superar el 20 por ciento del promedio.

Los bajos niveles de remuneración entre los trabajadores domésticos es el resultado de una serie de factores, entre los que se incluyen el gran volumen de oferta de mano de obra, la infravaloración del trabajo doméstico y de su contribución a la sociedad, el escaso poder de negociación de los trabajadores domésticos, la falta de representación de la fuerza de trabajo del sector y su frecuente exclusión del ámbito de la protección laboral (en particular, de la cobertura del salario mínimo), todos los cuales tienden a estar interrelacionados. El establecimiento de un salario mínimo para estos trabajadores es un medio esencial para garantizar su derecho a un trabajo decente y una vida digna.

La infravaloración

A pesar de las claras contribuciones del sector, el trabajo doméstico no suele ser reconocido como un verdadero trabajo, que se desarrolla en el marco de una relación de trabajo. A menudo, los empleadores y las sociedades perciben el trabajo doméstico como una parte natural del trabajo de cualquier mujer, y no como un valioso servicio proporcionado a sus hogares, que comprende la realización de tareas concretas tales como la limpieza, la cocina, las compras y el servicio de lavandería, así como el cuidado de los niños, de las personas mayores o con discapacidad y de los demás miembros de la familia que necesitan atención.

Como consecuencia de tales actitudes y percepciones, el trabajo doméstico está infravalorado en comparación con los trabajos que son realizados predominantemente por hombres2.

La discriminación salarial por razón de género en el trabajo doméstico también puede combinarse con otras formas de discriminación. Por ejemplo, el origen étnico o social de la trabajadora o trabajador, o su nacionalidad, pueden determinar el nivel de remuneración en lugar de que ésta se base criterios legítimos, tales como el tipo de trabajo realizado o las horas reales de trabajo cumplidas.

El bajo nivel de la remuneración en el sector del trabajo doméstico también está relacionado con la percepción del trabajo doméstico como "actividad improductiva", ya que no se considera que genere directamente beneficios económicos o utilidades para las familias que los emplean. Sin embargo, los trabajadores domésticos permiten que sus empleadores, y especialmente las mujeres, puedan emplearse y trabajar, obteniendo así ingresos para mantener a
sus familias. De esta manera, el servicio prestado por los trabajadores domésticos es un pilar de la economía de los hogares y de las economías nacionales.

Escaso poder de negociación y representación reducida

El mínimo poder de negociación que los trabajadores domésticos tienen en el hogar y la baja incidencia de las organizaciones representativas de los trabajadores domésticos también los hacen vulnerables ante la práctica de los bajos salarios.

Al encontrarse su lugar de trabajo en los hogares privados, los trabajadores domésticos desempeñan sus funciones de forma relativamente aislada con respecto a los demás trabajadores. Esto es particularmente cierto para los trabajadores domésticos que residen en el hogar para el que prestan servicio ("trabajadores internos" o “puertas adentro”). Por lo general, los trabajadores domésticos no tienen compañeros de trabajo. Las largas jornadas de trabajo, de duración impredecible, explican que les sea extremadamente difícil reunirse con otros compañeros de oficio para intercambiar experiencias e información y para organizarse colectivamente. Además, las personas que les dan ocupación no suelen considerarse como empleadores, y por lo general no están organizadas como tales.

La descentralización de la actividad y el aislamiento de la fuerza de trabajo han obstaculizado la creación de organizaciones representativas de los trabajadores domésticos, o de sus empleadores. Aun cuando estas organizaciones existen en algunos países, una gran parte de la fuerza de trabajo del sector doméstico sigue desorganizada y por lo tanto es más vulnerable a las prácticas abusivas de los empleadores, tales como el pago de salarios indebidamente bajos o simplemente la falta de pago de tales salarios. En particular, es muy raro que los trabajadores domésticos puertas adentro exijan salarios más altos, ya que la eventual pérdida de su trabajo también entraña la pérdida de su alojamiento.

En algunos países, los factores socioculturales, como las barreras del idioma, pueden impedir que los trabajadores domésticos, especialmente los trabajadores domésticos migrantes, y los que pertenecen a grupos étnicos minoritarios o indígenas reclamen el derecho a negociar condiciones de trabajo con sus empleadores.

Con frecuencia, los bajos niveles de educación entre los trabajadores domésticos y su posición en la sociedad limitan su acceso a otras oportunidades de trabajo y los obligan a aceptar malas condiciones laborales. Estos factores agravan también su vulnerabilidad a los malos tratos, la discriminación y las condiciones de trabajo abusivas.

1 OIT: Domestic workers across the world, op. cit.
2 OIT (2007): “Observación general. Convenio sobre igualdad de remuneración, 1951 (núm. 100)”, en Informe de la Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y Recomendaciones, Informe III (Parte 1A), Conferencia Internacional del Trabajo, 96.a reunión, Ginebra, 2007, páginas 291-292; y OIT (2010): Trabajo decente para los trabajadores domésticos, Informe IV (1), Conferencia Internacional del Trabajo, 99.a reunión, Ginebra, 2010.