Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización: La globalización puede y debe cambiar

¿Puede cambiar la globalización, de modo que sus beneficios sean compartidos de forma más equitativa por personas y países? No sólo puede, sino que debe transformarse, dice un nuevo y pionero informe, presentado a la OIT por la Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización. Dicho informe señala que la construcción de una globalización justa y favorable a la inclusión debe convertirse en una prioridad a escala mundial.

GINEBRA - Por una globalización justa: crear oportunidades para todos (Nota 1) fue publicado por la Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización, constituida por la OIT y copresidida por la Presidenta Tarja Halonen de Finlandia y el Presidente Benjamin William Mkapa de Tanzania.

El informe reconoce que "los beneficios que pueden obtenerse con la globalización son inmensos", y que ésta "ha abierto las puertas a numerosos beneficios... ha propiciado sociedades y economías abiertas, así como una mayor libertad para el intercambio de bienes, ideas y conocimientos..."

A pesar de ello, el informe afirma que "en el funcionamiento actual de la economía global se observan desequilibrios persistentes y profundamente arraigados, que resultan inaceptables desde un punto de vista ético e indefendibles desde el punto de vista político". "Para una gran mayoría de mujeres y hombres, la globalización no ha sido capaz de satisfacer sus aspiraciones sencillas y legítimas de lograr un trabajo decente y un futuro mejor para sus hijos."

"Existe una inquietud creciente acerca del rumbo que está tomando la globalización en estos momentos" dice el informe. "Sus ventajas quedan fuera del alcance de muchos, mientras que los riesgos que implica no pueden ser más reales. La corrupción se ha extendido. El terrorismo mundial amenaza a las sociedades, y el futuro de los mercados resulta cada vez más incierto. En definitiva, la gobernanza global está en crisis. Nos encontramos en un momento crucial, y tenemos que replantearnos con urgencia las actuales políticas e instituciones."

Juan Somavia, Director General de la OIT, que propuso inicialmente la creación de la Comisión, dijo que era la primera vez que se había tratado de abordar la dimensión social de la globalización de forma sistemática. Añadió que la OIT convocó esta Comisión para buscar un terreno común y presentar propuestas sobre cuestiones que son actualmente el tema de discusión de "monólogos paralelos". "Esta Comisión", dijo, "entrega un mensaje de esperanza, claro y con sentido común. Conseguir que la globalización sea justa e integradora es difícil pero posible, y es una prioridad a escala mundial".

Somavia señaló que los 26 miembros de la Comisión (incluidos un premio Nobel de economía, varios políticos, parlamentarios, expertos en materia social y económica, representantes de las empresas y las multinacionales y de los sindicatos, miembros de círculos académicos y de la sociedad civil) "fueron ampliamente representativos de la diversidad de actores e ideas contrapuestas que caracterizan actualmente a la globalización, y aceptó el reto de analizar sus efectos y de presentar una serie de propuestas para corregir sus desequilibrios" ( Nota 2). El informe de la Comisión "no ofrece soluciones milagrosas ni sencillas, porque no existen. Sin embargo, intenta contribuir a acabar con la actual situación de impasse, al abordar las preocupaciones y aspiraciones de la gente y las distintas maneras de aprovechar mejor las posibilidades que brinda la propia globalización".

Entre las recetas propuestas para lograr una globalización justa e integradora, la Comisión propone una serie de medidas coordinadas en un amplio frente de actuación para mejorar la gobernanza y la responsabilidad a escala nacional e internacional. Plantea temas como la necesidad de normas más justas para el comercio internacional; la inversión, las finanzas y la migración, que tengan en cuenta todos los intereses, derechos y responsabilidades; medidas para promover las normas fundamentales del trabajo y un nivel mínimo de protección social en la economía global; y nuevas iniciativas que permitan movilizar los recursos internacionales necesarios para aumentar las capacidades y responder a los Objetivos de Desarrollo del Milenio. La Comisión sostiene que una globalización justa depende también de una mejor gobernanza nacional en todos los países, y propone prioridades en materia de políticas nacionales, locales y regionales que capaciten a las personas para participar eficazmente en las oportunidades que ofrece la globalización.

La Comisión recomienda que el trabajo decente para todos se convierta en "un objetivo global, que debería alcanzarse mediante políticas complementarias a escala nacional e internacional. Esto daría respuesta a una importante exigencia política en todos los países". Abordar la necesidad de acelerar la creación de empleo en todos los países contribuiría a reducir las tensiones sociales en cada uno de ellos y los roces económicos entre unos y otros. El informe insta a "una mayor coordinación de las políticas macroeconómicas para elaborar una estrategia más equilibrada de crecimiento global sostenible y de pleno empleo, en la que se prevea el reparto equitativo entre los países de la responsabilidad relativa al mantenimiento de altos niveles de demanda efectiva".

Teniendo en cuenta que objetivos sociales, como el empleo, no han recibido prioridad a escala global a causa, entre otras razones, de que las organizaciones internacionales con diferentes mandatos no colaboran suficientemente bien entre ellas, la Comisión recomienda que las organizaciones internacionales pertinentes adopten "iniciativas de coherencia política" con miras a desarrollar políticas más equilibradas que permitan lograr una globalización justa e integradora. El objetivo sería elaborar de forma progresiva propuestas de políticas integradas que armonicen de forma adecuada las preocupaciones económicas, sociales y medioambientales que se plantean respecto de cuestiones específicas. La primera de estas iniciativas debería abordar la cuestión del crecimiento global, la inversión y la creación de empleo, y en ella deberían participar los organismos competentes de las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la OIT. Otras esferas prioritarias para iniciativas similares serían la igualdad de género y la emancipación de la mujer, la educación, la salud, la seguridad alimentaria, y los asentamientos humanos.

Los copresidentes de la Comisión, presidentes Halonen y Mkapa, señalaron que "una mejor globalización es la clave que permitirá lograr una vida mejor y segura para la población de todo el mundo en el siglo XXI. Nuestro mensaje, crítico y positivo a la vez, aspira a cambiar el rumbo actual de la globalización. Consideramos que los beneficios de la globalización pueden llegar a más personas y repartirse mejor entre los países y dentro de ellos, permitiendo que muchas más personas puedan influir sobre el curso de dicho proceso. Los recursos y medios necesarios existen. Nuestras propuestas son ambiciosas, pero viables. Estamos seguros de que es posible lograr un mundo mejor."

Opiniones divergentes, voces convergentes

La Comisión examinó una gran cantidad de datos durante sus deliberaciones y concluyó que "el actual proceso de globalización genera resultados desiguales entre los países y dentro de ellos. Se está creando riqueza, pero son demasiados los países y las personas que no participan de los beneficios". Asimismo, señaló que el trabajo y el empleo son elementos centrales de cualquier estrategia que quiera aumentar el alcance de los beneficios de la globalización, y destacó el hecho de que el desempleo mundial asciende a más de 185 millones de personas, la cifra más alta de toda la historia. Además, señaló que la "economía informal" sigue creciendo.

La Comisión formuló sus conclusiones y recomendaciones después de escuchar a muchas personas en las consultas que se mantuvieron durante más de dos años en todo el mundo. En los 26 "diálogos" celebrados en más de 20 países, la Comisión no sólo trató de establecer los hechos, sino también de fomentar el debate entre la diversidad de opiniones divergentes y a menudo críticas. Asimismo, se organizaron diálogos especiales con círculos empresariales, laborales y con la sociedad civil para que pudieran expresar sus puntos de vista.

La Comisión señaló que "pese a la variedad de opiniones manifestadas en los diálogos, también hubo muchos puntos de convergencia". Entre ellos, el sentimiento de inseguridad y las preocupaciones acerca del empleo; en palabras de un participante en los diálogos de Filipinas: "una globalización que reduce el precio del calzado infantil, pero que provoca el desempleo de los padres carece de sentido". Se expresaron temores hacia lo que un participante llamó: "instituciones tradicionales como la familia o la escuela" y preocupaciones por las normas injustas que favorecen a los poderosos. Asimismo, muchas personas manifestaron a la Comisión que habría que contar con un Estado más efectivo.

Un participante de Costa Rica declaró: "existe el sentimiento creciente de que vivimos en un mundo extremadamente vulnerable a cambios que no podemos controlar; un sentimiento creciente de fragilidad compartido por gente común, países y regiones enteras". Haciendo un resumen del poder de la globalización, otro participante de Egipto destacó: "dormíamos en la orilla, cuando nos alcanzó una ola gigante".

La migración fue otra de las grandes preocupaciones manifestada, tanto por los países emisores como por los receptores de emigrantes. Además de la "fuga de cerebros", que socava los esfuerzos por generar capacidades nacionales, los participantes señalaron que, con frecuencia, los migrantes pobres de todas las regiones (sobre todo las mujeres) se ven obligados a dedicarse a actividades económicas ilegales en los países de destino.

En todo el mundo, la integración regional se ve como el camino hacia una globalización más justa e integradora. En repetidas ocasiones se manifestó el apoyo a las Naciones Unidas como el mejor medio de responder a los retos de la globalización.

La Comisión señaló que la mayoría de los participantes en los diálogos opinan que existen soluciones, y muchos ya las buscan o promueven de manera activa. A pesar de los aspectos negativos del presente modelo de globalización, se reconoce que la globalización es una realidad y que es necesario ajustar las prioridades de la formulación de políticas para enfrentarse a ella.

"El mundo exterior puede prescindir de nosotros; pero nosotros no podemos prescindir de él" se comentó en un debate en Tanzanía. Otro participante en un debate en Polonia añadió: "si la globalización es un río, debemos construir presas para generar energía".

Abordar la globalización comienza en casa

En el informe se argumenta que una globalización justa requiere mejoras en la gobernanza, tanto dentro de los países como a escala internacional. Los actores públicos y privados de todos los países, independientemente de su nivel de desarrollo, deben responder de manera democrática por las políticas que aplican y las medidas que adoptan. El informe señala que "ningún país posee el monopolio de la buena gobernanza".

Un primer requisito es que cada nación respete las necesidades y los intereses de las otras al formular sus políticas nacionales. El informe destaca la responsabilidad particular que tienen aquellos países que gozan de un mayor poder en la toma de decisiones de los organismos internacionales de tener en cuenta todos los intereses y cumplir con sus compromisos internacionales.

En cada país, los beneficios de la globalización sólo podrán compartirse ampliamente, y sus efectos negativos controlarse, si se respetan los principios básicos de la democracia, la equidad social, los derechos humanos y el estado de derecho. Asimismo, se necesitan unas instituciones estables para promover las oportunidades y la iniciativa en una economía de mercado que funcione bien.

El informe hace un llamamiento a un Estado más efectivo con capacidad para gestionar el proceso de integración en la economía global, reforzar las capacidades de las personas y las empresas, proporcionar protección social adecuada y responder a los principales objetivos sociales y económicos. Se necesita un enfoque integrado, lo que significa que las autoridades económicas y sociales deben colaborar efectivamente. Es esencial disponer de instituciones de diálogo fuertes y de la participación de una serie de interlocutores, sobre la base de la actuación de las organizaciones representativas de empleadores y trabajadores y de una sociedad civil dinámica.

El informe hace hincapié en que la globalización sólo podrá beneficiar a todas las personas si se logra incorporar la enorme economía informal en la corriente económica general mediante el establecimiento y el respeto de los derechos de propiedad y de los trabajadores, el aumento de la productividad y la ampliación del acceso a los mercados.

"Nuestra visión de la globalización tiene sus raíces en el ámbito local", dice el informe, que hace hincapié en las políticas locales, incluida la defensa del derecho de expresión, la cultura y la identidad, así como en la creación de capacidades de producción locales que puedan sostenerse en una economía global y en el respeto de las aspiraciones y prioridades locales. Dado que lo que afecta a su trabajo y a su empleo determina que la mayoría de las personas puedan o no beneficiarse de la globalización, el informe argumenta que es imprescindible promover el empleo y el trabajo decente y se insta a la adopción de un nuevo contrato social en el que se reconozcan los intereses tanto de empleadores como de trabajadores.

El documento presenta una gama de medios e instrumentos que están a disposición de los gobiernos, y de los interlocutores sociales en cada país, para permitir que los ciudadanos participen efectivamente en los beneficios de la globalización y protegerles y prestarles asistencia cuando haya que introducir ajustes. Hace además un llamamiento a las organizaciones internacionales y a las naciones ricas para que apoyen los esfuerzos nacionales encaminados a alcanzar estos objetivos. Ello incluye un compromiso internacional que asegure a todo el mundo los recursos básicos y las demás condiciones que garantizan la dignidad humana, consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos. La erradicación de la pobreza y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo para el Milenio (ODM) deben considerarse como los primeros pasos hacia el establecimiento de unas condiciones socioeconómicas mínimas para la economía global.

Normas justas, políticas equitativas

Entre sus principales recomendaciones, la Comisión indicó que las normas y políticas globales en materia de comercio y finanzas deben conceder un mayor margen de autonomía política a los países en desarrollo, y añadió: "Esto es fundamental para que las políticas y los acuerdos institucionales se adapten lo más posible al nivel de desarrollo y a las circunstancias específicas de dichos países. Se deben revisar las reglas en vigor que restringen innecesariamente sus opciones de formulación de políticas para acelerar el crecimiento agrícola y la industrialización y preservar la estabilidad financiera y económica."

El informe pone de manifiesto que "las políticas de las organizaciones internacionales y de los países donantes deben asimismo evitar de manera más decidida los condicionantes externos y propiciar el control nacional de las políticas", y hace referencia además a "la necesidad de una acción afirmativa en favor de los países que no disponen de las mismas capacidades que los países que se desarrollaron anteriormente".

El informe señala además lo siguiente:

  • el sistema de comercio multilateral debe reducir de forma sustancial las barreras injustas que impiden el acceso a los mercados de ciertas mercancías que representan una ventaja comparativa para los países en desarrollo, concretamente los artículos textiles y de confección y los productos agrícolas. A tal efecto, debe establecerse un trato especial y diferenciado para salvaguardar los intereses de los países menos desarrollados y fomentar sus posibilidades de exportación;
  • la existencia de normas equitativas que rijan los flujos comerciales y de capital tiene que completarse con la de normas equitativas para la circulación transfronteriza de personas. Es preciso tomar medidas para configurar un marco multilateral en el que se prevea la adopción de normas uniformes y transparentes para la circulación transfronteriza de personas y se establezca un equilibrio entre los intereses de los propios migrantes y los de los países de origen y de destino;
  • con la proliferación de los sistemas de producción global, ha surgido la necesidad de disponer de nuevas normas en materia de inversiones extranjeras directas (IED) y de competencia. Se necesita un marco multilateral equilibrado para las IED, que resulte favorable al desarrollo y en el que se tengan en cuenta todos los intereses, derechos y responsabilidades; para lograrlo, ese marco deberá negociarse en un foro de aceptación general;
  • las normas fundamentales del trabajo definidas por la OIT establecen un conjunto básico de normas laborales globales destinadas a la economía mundial, cuya observancia debería fortalecerse en todos los países. Es necesario adoptar medidas más firmes para garantizar el respeto de las normas fundamentales del trabajo en las zonas francas industriales y, de manera más general, en los sistemas de producción a escala mundial. Todas las instituciones internacionales competentes deben asumir la parte que les corresponde en la promoción de estas normas, y asegurarse de que ningún aspecto de sus políticas y programas impida la aplicación de tales derechos;
  • debe aceptarse sin reservas un nivel mínimo de protección social para las personas y las familias como parte del fundamento socioeconómico de la economía global, incluida la asistencia a los trabajadores desplazados por motivos de reajuste. Los donantes y las instituciones financieras deberían contribuir al fortalecimiento de los sistemas de protección social en los países en desarrollo;
  • el sistema financiero internacional debe prestar un apoyo más decidido al crecimiento global sostenible. Los flujos financieros transfronterizos se han multiplicado de forma espectacular, pero el sistema es inestable y propenso a las crisis y al efecto dominó, e ignora en gran medida a los países pobres y con escaso capital. Deben intensificarse los esfuerzos con miras a concebir mecanismos eficaces y equitativos para solucionar el problema de la deuda, de modo que se procure una asignación justa de las responsabilidades y las cargas entre deudores y prestatarios, además de la aceleración y potenciación del alivio de la deuda;
  • es necesario redoblar los esfuerzos para movilizar más recursos internacionales con el fin de alcanzar las metas globales fundamentales, en particular los Objetivos de Desarrollo para el Milenio. Debe cumplirse el objetivo de destinar el 0,7 por ciento a la AOD, y deben buscarse y explotarse activamente nuevas fuentes de financiación para elevar tal porcentaje. Si se hubiera alcanzado ese objetivo en los últimos 30 años, se habría dispuesto de 2,5 billones de dólares adicionales para el desarrollo;
  • al referirse a la falta de un marco institucional global con autoridad política para coordinar la adopción de medidas en materia de impuestos, el informe insta a adoptar medidas más enérgicas para reducir la evasión y el fraude fiscales y destaca el potencial de posibles nuevas fuentes de financiación a escala global, así como de otros sistemas de obtención de recursos, como un servicio de financiación internacional, la reasignación de gastos militares a la asistencia al desarrollo y otras iniciativas privadas y voluntarios.

Refuerzo del sistema multilateral: mejora de la calidad de la gobernanza global

El informe pone de manifiesto que "en lo que atañe a la aplicación de reformas en la política socioeconómica internacional, habrá que contar con el apoyo político de todos los países, el compromiso de los principales actores globales y la consolidación de las instituciones mundiales", y se añade que "el sistema multilateral de las Naciones Unidas constituye la base de la gobernanza global y está excepcionalmente capacitado para encabezar el proceso de reforma. Para que pueda hacer frente a los desafíos actuales y emergentes de la globalización, dicho sistema tiene que ser más eficaz y mejorar la calidad de su gobernanza, especialmente en lo que respecta al carácter democrático de la representación y de la adopción de decisiones, la rendición de cuentas ante los ciudadanos y la coherencia política".

Entre las recomendaciones principales formuladas en el informe, cabe citar toda una serie de medidas encaminadas a que los procedimientos de toma de decisiones del sistema multilateral, incluidas las instituciones de Bretton Woods y la OMC, sean más democráticos y rindan cuentas mediante mecanismos de evaluación independientes y un control parlamentario de las políticas internacionales. En el informe se recomienda crear un grupo parlamentario de ámbito mundial para establecer un mecanismo integrado de supervisión de las principales organizaciones internacionales.

El informe insiste en la necesidad, tanto a escala nacional como internacional, de lograr una mayor coherencia entre las políticas económicas y sociales. Para ello, los gobiernos deben adoptar una visión más integrada de las políticas mundiales y abordar de manera más eficaz la dimensión social de la globalización en el marco de organismos y foros importantes, como el G8 y el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC).

Una propuesta importante que plantea el informe es la de adoptar "iniciativas de coherencia política", lo que propiciaría la participación de organizaciones internacionales fundamentales en la elaboración de un planteamiento común e integrado respecto a los principales motivos de preocupación a escala mundial. La primera de esas iniciativas abarcaría cuestiones como la elaboración de una estrategia global de crecimiento, inversión y empleo.

El informe señala que "el origen del problema de la coherencia global en materia de formulación de políticas reside en el ámbito nacional". La Comisión insta a los jefes de Estado y de gobierno a garantizar que los representantes nacionales promuevan en los foros internacionales un enfoque integrado de las políticas con respecto a asuntos económicos y sociales.

Cómo lograrlo: conseguir el apoyo de diversas partes interesadas

La Comisión insiste en la responsabilidad de todos los actores de respetar valores y principios universalmente compartidos y de contribuir al objetivo general de una globalización más justa, y pide que una gran variedad de personas de las esferas gubernamental, política, empresarial, laboral y de la sociedad civil, den seguimiento a sus recomendaciones. A escala internacional, la Comisión señala que muchas de las propuestas formuladas en el informe deben abordarse en los foros e instituciones existentes en cuyo mandato se prevé el desempeño de tal función, pero otras cuestiones han de tratarse en foros nuevos, a fin de establecer un diálogo y lograr un consenso entre todas las partes interesadas.

Por consiguiente, la Comisión propone que se celebre una serie de diálogos de desarrollo de políticas entre diversas partes interesadas, con el fin de reunir a todos los actores pertinentes y trabajar con miras a la consecución de acuerdos respecto a cuestiones esenciales, como el establecimiento de un marco multilateral para la circulación transfronteriza de personas; un marco de desarrollo para las IED que equilibre los derechos y las responsabilidades de los inversores y de los países de origen y destino; la responsabilidad social de las empresas en el logro de una globalización más justa; la globalización, el ajuste y la protección social; la creación de capacidad global en materia de educación y cualificaciones en el ámbito de las tecnologías de información, a fin de aumentar los beneficios de la globalización, y la igualdad de género como instrumento para conseguir una globalización más integradora.

La Comisión también hace alusión a la necesidad de establecer un foro sobre política de globalización, que reúna a las organizaciones internacionales y a otros actores y participantes primordiales en los debates mundiales sobre la globalización y sus repercusiones sociales, así como la elaboración de políticas económicas y sociales de ámbito mundial. Se propone que ese foro lleve a cabo asimismo un informe periódico sobre el estado de la globalización y promueva las diversas actividades de investigación y acopio de datos necesarias para respaldar el desarrollo de políticas.

El Consejo de Administración de la OIT debatirá el informe en su reunión de marzo, y el Director General formulará propuestas de seguimiento al respecto en la reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo del mes de junio. El informe se enviará además a los jefes de Estado y de gobierno, al Secretario General de las Naciones Unidas y a los jefes de las principales organizaciones internacionales, así como a otros organismos intergubernamentales, y a los interlocutores esenciales no estatales de la comunidad mundial. Se invitará a todos ellos a debatir las recomendaciones y examinar posibles medidas de seguimiento adecuadas en el marco de sus esferas de responsabilidad y sus competencias institucionales.

Para concluir, el informe de la Comisión afirma que, como documento colectivo, el texto difiere bastante del que cada uno de sus miembros habría escrito a título individual, pero se añade que "la experiencia nos ha demostrado el valor y el poder del diálogo como instrumento de cambio. Estamos convencidos de que nuestra experiencia puede y debe reproducirse a mayor escala".

Como señalaron los Copresidentes de la Comisión, "se trata de una visión de sentido común ambiciosa, pero factible". En su opinión, "la elección está clara. Podemos corregir el déficit de gobernanza global que existe en el mundo actual, garantizar la rendición de cuentas y adoptar políticas coherentes que forjen el camino hacia una globalización justa y equitativa, tanto en cada uno de los países como entre ellos, o podemos andarnos con rodeos y correr el riesgo de vernos sumidos en nuevas espirales de inseguridad, problemas políticos, conflictos y guerras".


Nota 1: Por una globalización justa: crear oportunidades para todos, Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización, Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra 2004, ISBN 29-2-115426-2.

Nota 2: La Comisión Mundial asumió la responsabilidad total e independiente con respecto a su informe, y sus miembros participaron a título individual. Estuvo compuesta por dos Copresidentes: S.E. Tarja Halonen y S.E. Benjamin William Mkapa; y diecinueve miembros: Giuliano Amato, Ruth Cardoso, Heba Handoussa, Eveline Herfkens, Ann McLaughlin Korologos, Lu Mai, Valentina Matvienko, Deepak Nayyar, Taizo Nishimuro, François Perigot, Surin Pitsuwan, Julio Maria Sanguinetti, Hernando de Soto, Joseph Stiglitz, John J. Sweeney, Victoria Tauli-Corpuz, Aminata D. Traoré, Zwelinzima Vavi y Ernst Ulrich von Weizsaecker; así como por cinco miembros ex officio: Bill Brett, Eui-yong Chung, Daniel Funes de Rioja, Juan Somavia y Alain Ludovic Tou.