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Pasar toda la infancia trabajando en los hornos de ladrillos en Afganistán

Niños de tan sólo cinco años trabajan fabricando ladrillos en los hornos de Afganistán, a causa de la pobreza y del endeudamiento que mantienen a sus familias en trabajos en condiciones de servidumbre por deudas con bajos salarios. Enfrentar este problema es mucho más difícil que simplemente prohibir el trabajo infantil en los hornos de ladrillos, señala la OIT

Artículo | 7 de junio de 2012
GINEBRA (Noticias de la OIT) – Sima es una trabajadora veterana, a once años ya tiene cinco de experiencia en la fabricación de ladrillos. Ella trabaja 13 horas diarias, seis días a la semana en un horno de ladrillos en Deh Saby, en Afganistán, junto a sus dos hermanas más pequeñas – de cinco y diez años – y de su padre.

En los hornos, no hay ninguna protección del sol y los remolinos de polvo, el trabajo es arduo y peligroso. Pero su familia no tiene ninguna otra opción.

La pobreza, las capacidades limitadas y las deudas los mantienen atrapados en empleos con bajos salarios en condiciones de servidumbre, que es una práctica muy extendida en Afganistán y en el resto de Asia Meridional.

En los hornos de ladrillos en Afganistán, 56 por ciento de los trabajadores son niños, la mayoría de ellos comienzan a trabajar a los siete u ocho años, de acuerdo con el informe de la OIT, “Burried in Bricks” (Ocultos tras los ladrillos).

A los nueve años, casi 80 por ciento de los niños de las familias de fabricadores de ladrillos trabaja, según el informe que analiza las prácticas laborales en los hornos de ladrillos de las provincias afganas de Kabul y Nangarhar.

El costo del trabajo infantil en condiciones de servidumbre se paga a lo largo de toda la vida con la pérdida de salud, educación y oportunidades”, afirmó la OIT.
Los niños trabajan entre 10 y 15 horas diarias, seis días a la semana, 12 meses al año. Algunos de ellos no han ido nunca a la escuela.

“A los cinco años, muchos niños comienzan a ayudar a sus padres y hermanos mayores en los hornos, y a los ocho años, la mayoría de los niños en servidumbre por deudas trabaja casi el doble de horas del límite establecido por la ley para los adultos en muchos países europeos”, sostiene el informe.

El informe define el trabajo en los hornos de ladrillos como “una de las peores formas de trabajo, en particular para los niños”.

De los 215 millones de niños trabajadores en el mundo, 115 millones están involucrados en las peores formas de trabajo infantil, según la OIT.

En los hornos de ladrillos afganos, los niños corren el riesgo de contraer enfermedades respiratorias, un desarrollo insuficiente de los huesos y la aparición precoz de la artritis.

El costo del trabajo infantil en condiciones de servidumbre “se paga a lo largo de toda la vida con la pérdida de salud, educación y oportunidades”, afirmó la OIT.

Sin embargo, la agencia de las Naciones Unidas advierte que intentar la prohibición del trabajo infantil en las fábricas de ladrillos es poco realista en este escenario.

“Esto empeoraría las condiciones de vida de las personas afectadas y relegaría esta práctica a la clandestinidad”, afirmó Herve Berger, representante de la OIT en Afganistán.

La pobreza extrema y la necesidad impulsan a los padres a reclutar a sus niños en el trabajo en los hornos de ladrillos desde que son muy pequeños. Por lo general, ellos necesitan de los ingresos de sus hijos para ayudar a pagar la deuda que los mantiene atrapados en trabajo en condiciones de servidumbre.

Los propietarios de los hornos utilizan un sistema de pago anticipado de salarios futuros, que son tan bajos que no permiten que la deuda sea liquidada a tiempo. Esto da lugar al trabajo en condiciones de servidumbre que asegura a los propietarios de los hornos una mano de obra regular a bajo costo.

En la actualidad, 98 por ciento de los fabricantes de ladrillos de las dos provincias analizadas por el informe, trabaja para pagar las deudas a sus empleadores.

“Mi padre no me obliga a trabajar en los hornos de ladrillos, pero tenemos que trabajar aquí para cancelar nuestra deuda”, dijo un muchacho de 15 años a los investigadores en Surkhroad, un distrito de Nangarhar.

A los 10 años, un niño ya tiene un impacto significativo sobre los ingresos familiares, y a los 16 años, “un niño contribuye casi tanto como los adultos con experiencia a los ingresos de la familia”, indica el informe.

Sin educación, formación o calificaciones transferibles, los trabajadores de los hornos de ladrillos – tanto los niños como los adultos – están mal preparados para hacer otro trabajo que no sea fabricar ladrillos. Esto hace que sea extremadamente difícil para ellos salir del círculo vicioso de la deuda.

El informe exhorta a los donantes a concentrarse en medidas pragmáticas, de bajo costo dirigidas a aleviar la carga de la deuda y la dependencia. La adquisición de competencias como la jardinería, la costura y la cría de animales, por ejemplo, ayudaría a los hogares a satisfacer las necesidades básicas sin tener que asumir préstamos adicionales. Los grupos de ayuda mutua o de ahorro comunitario también pueden desempeñar un papel importante al ofrecer la posibilidad de ahorro y préstamo, así como una red de seguridad.

El informe sugiere además que los programas de alimentos por formación permitiría que los trabajadores adquieran competencias mientras continúan recibiendo un ingreso del cual depende su subsistencia.

Al hablar sobre sus esperanzas para el futuro, un niño de 10 años que trabaja en los hornos de ladrillos, dijo que él quisiera ir a la escuela. Esto le ofrecería la posibilidad “de vivir como las personas instruidas”.

“Ellos tienen mejores vidas que las nuestras”.