Albert Thomas

Director de la Organización Internacional del Trabajo, 1919-1932

Albert Thomas (Francia) nació en Champigny-sur-Marne el 16 de junio de 1878. En 1898 entró en la Escuela Normal Superior, donde estudió historia y ganó una beca de viaje que le permitió visitar Rusia. Recibió otros títulos académicos, entre ellos las licenciaturas de literatura y de historia por la Universidad de París. En 1904 fue nombrado miembro del equipo editorial de L'Humanité y elegido consejero municipal por Champigny, donde ocho años más tarde fue elegido alcalde. Como periodista, escribió para L'Information y la Revue socialiste, fundó la Revue syndicaliste, y posteriormente creó L'Information ouvrière et sociale.

En 1910, El Sr. Albert Thomas fue elegido miembro de la Cámara de Diputados por una de las circunscripciones del Departamento del Sena, y reelegido en 1914. En la Cámara, fue miembro de las Comisiones de Obras Públicas, de Ferrocarriles y de Finanzas, y participó en la elaboración de disposiciones legislativas, en particular las relativas a las minas, a las pensiones de los trabajadores y los agricultores, y a las pensiones de los mineros.

Cuando se declaró la Primera Guerra Mundial, El Sr. Thomas prestó servicio en un regimiento territorial durante algunas semanas, tras lo cuál fue llamado a París para asumir el control de los servicios ferroviarios y servir de enlace entre el Estado Mayor y el Ministerio de Obras Públicas. En octubre de 1914, el Gobierno le encargó la tarea de organizar las fábricas con miras a la producción intensiva de municiones. En mayo de 1915 fue nombrado Subsecretario de Estado de Artillería y Municiones, y al año siguiente Ministro de Armamento.

El Sr. Thomas acababa de ser elegido Diputado por el Departamento del Tarn cuando, en noviembre de 1919, durante la primera reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo en Washington (en la que no estaba presente), el Consejo de Administración de la OIT le eligió para ocupar el cargo de Director de la Oficina. A partir de ese momento, se entregó por completo a la labor de la OIT.

El Sr. Thomas dio a la Organización un gran impulso desde el principio. En unos pocos años, a partir de un pequeño grupo de funcionarios alojados en una residencia privada en Londres, creó una institución internacional con una plantilla de 400 trabajadores y un edificio propio en Ginebra. En los primeros dos años, se aprobaron 16 convenios internacionales del trabajo y 16 recomendaciones. A partir de 1920, la OIT inició un ambicioso programa de publicaciones que incluía el Boletín Oficial, la Revista Internacional del Trabajo, que era mensual, y otras revistas y publicaciones periódicas. Como Director, se interesó personalmente en la contratación de un equipo internacional para constituir la Secretaría de la Organización. Su capacidad de liderazgo logró que la imagen de la OIT reflejara enorme entusiasmo y dinámica energía.

Pronto comenzó a surgir cierta oposición, y el optimismo que había prevalecido inmediatamente después del final de la guerra abrió paso a la duda y al pesimismo. Algunos Miembros trataron de limitar las facultades y las actividades de la Organización. En primer lugar, se estimó que la Conferencia había ido demasiado lejos y había producido con demasiada rapidez convenios y recomendaciones. Los gobiernos y parlamentos nacionales no podían mantener ese ritmo. El Sr. Thomas observó el decepcionante número de ratificaciones y concluyó que no había que producir un número excesivo de convenios y recomendaciones.

En segundo lugar, el programa de publicaciones de la Oficina fue objeto de críticas, en particular porque su investigación no era objetiva e imparcial. Al mismo tiempo, se trató de limitar la competencia de la OIT. En 1921, el Gobierno francés adoptó la posición de que la Organización no era competente para tratar de las cuestiones relativas a la agricultura, y se pidió al Tribunal Permanente de Justicia Internacional una opinión consultiva sobre la cuestión. El Tribunal dictaminó que la competencia de la OIT abarcaba efectivamente la reglamentación internacional de las condiciones de trabajo de las personas empleadas en la agricultura y rechazó una interpretación restrictiva de la Constitución. En 1922 y 1926 también fracasaron otros intentos de inducir al Tribunal a limitar el ámbito de acción de la OIT.

Se planteó otra dificultad grave en torno a la financiación de la Organización. Con arreglo a la Constitución, la OIT dependía a ese respecto de la Liga de Naciones, aunque en todas las cuestiones de política general dicho texto preveía la absoluta independencia de la Organización. En 1923, un grupo de gobiernos trabajó en el Consejo de Administración para reducir el presupuesto de la OIT a aproximadamente 1,4 millones de dólares de los Estados Unidos, cifra que se convirtió en el nivel estándar para la Organización.

La reducción del presupuesto exigió la estabilización y la consolidación de los programas y actividades de la OIT. A su vez, esto tuvo efectos positivos. Entre 1922 y 1931, la Conferencia siguió reuniéndose cada año, pero sólo adoptó 15 convenios y 21 recomendaciones. La limitación de la labor normativa de la Organización permitió a los gobiernos nacionales prestar la atención adecuada a la aplicación de las disposiciones de los acuerdos internacionales en sus leyes y reglamentos. Aumentó progresivamente el número de países que ratificaban los convenios de la OIT, y las normas de la OIT comenzaron a influir eficazmente para lograr la mejora de las condiciones de vida y de trabajo. En 1926, se introdujo una importante innovación: la Conferencia Internacional del Trabajo estableció un mecanismo de control de la aplicación de sus normas, que todavía existe actualmente. Se creó la Comisión de Expertos, compuesta por juristas independientes encargados de examinar los informes de los gobiernos y de presentar su propio informe anual a la Conferencia.

La estabilización de los programas básicos de la Organización no conllevó en absoluto una paralización. Como Director, el Sr. Thomas siguió inspirando a su personal para que aprovechara todas las oportunidades con el propósito de promover los objetivos de la OIT. Creía profundamente en la "política de la presencia" y dedicó un tiempo considerable a viajar a fin de recabar apoyo para los objetivos y funciones de la Organización. Visitó todos los países europeos, así como países de América del Norte y del Sur, China y Japón. En 1932, tras haber asegurado una firme presencia de la OIT en el mundo durante 30 años, Albert Thomas murió inesperadamente a la edad de 54 años.