18 de diciembre - Día Internacional del Migrante

1 de cada 4 trabajadores migrantes se encuentra en el continente americano

La migración venezolana es, en la actualidad, la segunda más importante del mundo; mientras que en Centroamérica y el Caribe, la movilidad humana continúa creciendo. La OIT implementa diversas medidas para promover una migración más humana y con trabajo decente.

Noticia | 17 de diciembre de 2021
Reyna Tezén es una trabajadora de Guatemala que buscaba mejores oportunidades laborales en otro país y, ante el desconocimiento, cayó en una falsa oferta de empleo: le prometieron una visa para migrar a los Estados Unidos que jamás llegó y le robaron el equivalente a casi 13 mil dólares por los trámites.

Luis Peña, trabajador venezolano, tuvo que migrar en condiciones precarias hacia Colombia para sacar adelante su negocio, debido a que la situación económica que está atravesando su país ya no le permitía seguir adelante. Dejó a su esposa e hijo en su país natal y tuvo que pasar sus primeros días como migrante durmiendo en el piso.

“Hay muchas personas que se aprovechan. A mí me estafaron en una ocasión: me ofrecieron visa para Estados Unidos y perdí 100 mil Quetzales”, cuenta Reyna Tezén, trabajadora migrante guatemalteca, participante en la Iniciativa para la Contratación Equitativa de la OIT.
Como ellos, millones de migrantes y refugiados de América Latina y el Caribe se ven forzados a dejar su país en busca de trabajo decente y mejores oportunidades para sus familias; sin embargo, terminan viviendo diversas historias de vulneración a sus derechos.

Hoy en día, Reyna ya sabe cuáles son sus derechos laborales y tiene las herramientas necesarias para reconocer cuándo se encuentra ante una oferta de contratación falsa o injusta, tanto dentro como fuera de su país. Por su parte, Luis ha logrado fortalecer sus capacidades de negocio y su empresa inmobiliaria crece cada día más en el país que lo acogió; lo cual no sólo le genera mucha satisfacción laboral y personal, sino también una gran esperanza para su familia.

Reyna y Luis han sido participantes de distintas iniciativas impulsadas por la OIT que tienen una convicción en común: promover una migración humana y una contratación equitativa y con trabajo decente, para lograr la justicia social.

“Esto ha sido como una ventana a la esperanza”, comenta Luis Peña, trabajador migrante venezolano, participante del proyecto INNovación Migrante de la OIT en Colombia.
La migración laboral trae consigo un triple potencial para el desarrollo sostenible: multiplica las oportunidades en los países de destino, genera beneficios en los países de origen y permite enriquecer el capital humano y cultural en las comunidades de acogida.

De acuerdo a las últimas estimaciones de la OIT, el 65% de las personas que migran en todo el mundo lo hace por motivos laborales; de ellas, 1 de cada 4 se encuentra en el continente americano: 5,9 millones en América Latina y el Caribe y 37,4 millones en América del Norte.

Las poblaciones de migrantes y refugiados aún siguen siendo de los grupos más vulnerables y vulnerados, lo que no sólo genera día a día muchas historias de riesgo y peligros para las y los migrantes, sino que también constituye un desaprovechamiento del potencial que tiene la movilidad humana.

En tiempos de pandemia, miles de migrantes venezolanos han trabajado en la primera línea de atención de la COVID-19 (por ejemplo, en los rubros de salud o repartos a domicilio) en otros países de la región generando una contribución invaluable a las comunidades y países de acogida.

Aún así, sus contribuciones en los países de acogida podrían ser mucho mayores. A pesar de que en Argentina el 67% de esta población cuenta con estudios superiores completos, y en Colombia y Perú, el 30%, tan solo una parte de ellos ha conseguido convalidar oficialmente sus títulos profesionales. El resto de las personas migrantes y refugiadas no puede desempeñarse laboralmente en lo que estudió, por lo cual, deben insertarse en trabajos de menor calificación.

Asimismo, aunque diariamente se exponen a grandes riesgos de contraer COVID-19, en América Latina y el Caribe apenas la mitad (54%) cuenta con un seguro de salud y su salario promedio se encuentra entre los USD 200 y USD 400 mensuales.

La migración venezolana es el segundo mayor desplazamiento a nivel mundial, después del de Siria, y 5 millones de ellos y ellas se encuentran dentro de América Latina y el Caribe. Al mismo tiempo, los movimientos desde los países del Norte de Centroamérica hacia México y los Estados Unidos también han crecido.

Sólo en el primer semestre de este año, las aprehensiones migratorias en las fronteras entre Centroamérica y los Estados Unidos se han multiplicado en más de 200%. Además, en algunos países de la región, como Costa Rica, Aruba y Curaçao, el 10% de la población es migrante.

El trabajo decente como clave para promover una migración más humana

La creciente movilidad humana dentro de América Latina y el Caribe demanda que gobiernos, organizaciones de empleadores y de trabajadores, en asocio con otros actores clave de la sociedad, pongan en marcha acciones urgentes que prevengan la migración irregular, y posibiliten la integración social y económica de las personas migrantes y refugiadas con trabajo decente en las comunidades de acogida.

En esa línea, la OIT apoya la buena gobernanza de la migración laboral, impulsando la Iniciativa para la Contratación Equitativa; fortaleciendo los sistemas de información del mercado laboral y las estadísticas sobre la migración laboral; apoyando a los países para establecer acuerdos bilaterales y multilaterales de migración laboral; ampliando y adecuando los programas de reconocimiento de títulos y certificación de competencias, y de portabilidad de seguridad social.

Asimismo, en los países que reciben flujos mixtos de migrantes y refugiados, la OIT apoya su integración socioeconómica facilitando el acceso al trabajo decente tanto para las personas en situación de movilidad humana, como las comunidades que las acogen.

La labor de las personas trabajadoras migrantes y refugiadas enriquece a las sociedades y contribuye al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible; en particular, del ODS 8 sobre trabajo decente y crecimiento económico, y del ODS 10 sobre la reducción de las desigualdades entre y dentro de los países. Por ello, la OIT en América Latina y el Caribe, se ha comprometido para que el trabajo decente esté en el corazón de las respuestas que debemos brindar a la migración y el desplazamiento, para avanzar en el logro de la justicia social, la construcción de sociedades igualitarias e incluyentes y una mayor cohesión social en las comunidades de acogida.